Este término se usa en el área científica para definir la necesidad del cerebro humano de tener contacto con otras personas.
Al igual que tenemos la necesidad de comer tras pasar un periodo de ayuno, el cerebro sufre de una necesidad de acercamiento hacia otras personas tras mantenerse por un tiempo en aislamiento o soledad.
Esto ha sido demostrado en un experimento social publicado recientemente en la revista ‘Nature Neuroscience’, donde se realizaron comparaciones de dos grupos de personas sometidos a situaciones de abstinencia.
Características del experimento
En el experimento, que estuvo a cargo de investigadores del Departamento de Ciencias Cognitivas y Cerebrales del MIT, se aisló a uno de los grupos de todo contacto social, incluyendo las redes sociales, durante un lapso de 10 horas.
Al mismo tiempo, el otro grupo de personas fue sometido a realizar ayuno.
Trascurrido el lapso de tiempo, los participantes fueron estudiados a través de un escáner de resonancia magnética con la finalidad de determinar cómo reaccionaba su cerebro al recibir estímulos que satisfacieran las carencias que tenían en el momento.
Para ello, se les enseñaron fotografías de comida deliciosa a las personas que habían ayunado; e imágenes de personas a aquellos que habían sido aislados, en conjunto con otras imágenes sin relación alguna.
Al comparar las reacciones del cerebro tras mostrar distintos estímulos, se pudo determinar que se activan prácticamente las mismas zonas del cerebro en ambos casos.
Es decir, que al pasar por un periodo de soledad, experimentamos las mismas necesidades que en el momento es que sentimos hambre.
La diferencia es que esta necesidad no se percibe como un estímulo marcado por un sentimiento de necesidad, sino que ocurre en el interior del organismo.
En el caso de las personas con hambre, se activaron zonas cerebrales como el córtex cingulado anterior, la ínsula y la amígdala, mientras que la abstinencia social se manifestó adicionalmente en el córtex orbitofrontal.
De esta forma queda demostrado que el “hambre social” es una realidad del ser humano, pues activa zonas cerebrales que tienen que ver con la recompensa y la motivación.