Cada persona tiene dos riñones, aunque es de sobra conocido que basta con uno para llevar una vida totalmente normal.
De hecho, con un único riñón al 75% de sus posibilidades se pueden realizar todas las funciones básicas de filtración de la sangre, regulación de los líquidos corporales y eliminación de los desechos, entre otras.
Así, puede surgir la duda de por qué este órgano está por duplicado si en realidad ha quedado demostrado que no es realmente necesario que así sea.
Pues bien, esto se explica por una simple distribución de trabajo. Y es que al tener dos riñones, esto permite que cada uno de ellos no tenga necesidad de trabar a pleno rendimiento ni sea muy exigido en sus funciones, por lo que cada uno puede realizar sus tareas de forma natural.
Así, en situaciones en las que se pierde un riñón, el otro se ve obligado a hipertrofiarse (a aumentar su tamaño y a fortalecerse) para cumplir con todas las demandas del organismo.
Algo que, como es lógico, no es tan preferible como esta dualidad original. De ahí que sea más estable contar con los dos, aunque en caso de necesidad el organismo se autoregulará de forma que un único riñón pueda asumir todo el trabajo.