Hay situaciones de miedo intenso en las que el organismo reacciona de manera opuesta a la huida.
En esos instantes la respuesta es la inmovilidad involuntaria acompañada de un incremento del tono muscular, quedando el cuerpo como ‘congelado’. Se trata de una respuesta que está relacionada con la sustancia gris periacueductal (SGPA), un conjunto de neuronas que rodean la cavidad por donde circula el líquido cefalorraquídeo. Esta está implicada en funciones relacionadas con la modulación del dolor, la ansiedad y la conducta reproductiva. (https://chacc.co.uk) Así, además de paralizar a consecuencia del miedo también pueden incrementar las pulsaciones y la presión sanguínea, preparando al organismo para la lucha o la huida.
Hay que tener en cuenta que la inmovilidad se produce cuando el peligro no es inminente, ya que si la situación implica riesgos inmediatos la respuesta programada por esta sustancia gris sería de lucha o huida. En todo caso, la llamada «pirámide del cerebelo» es un importante «punto de convergencia» para las diferentes redes de supervivencia, por lo que es una zona clave que une la sustancia gris periacueductal con la médula espinal y facilita la mencionada paralización en determinadas situaciónes de miedo o peligro. Gracias a este reciente descubrimiento realizado por la Universidad de Bristol, ahora los científicos esperan haber dado un importante paso para desarrollar tratamientos eficaces en trastornos como la ansiedad, los ataques de pánico y las fobias.
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