Los delfines son el segundo mamífero marino más rápido tras las orcas, pues pueden alcanzar unas velocidades de 37 kilómetros por hora.
Así, no cabe duda de que están entre los mejores nadadores que ha dado la naturaleza; pero durante años la Ciencia ha intentado descubrir las claves de su enorme fuerza a pesar de que tienen una masa muscular bastante reducida.
De hecho, entre 1936 y 1949 el biólogo James Gray llegó a enunciar esta paradoja, la cual se ha conocido desde entonces como la ‘paradoja de Gray‘. Según su explicación, estos animales tenían una piel diferente que les permitía evitar la resistencia del agua para lograr grandes velocidades en el medio marino.
Durante más de 70 años los estudiosos de todo el mundo han trabajado intensamente para conseguir dar respuesta a este enigma, aunque parece que no ha sido hasta ahora cuando han empezado a dar con la tecla. Un artículo publicado en enero pasado en el ‘Journal of Experimental Biology’ pone en evidencia con datos objetivos que Gray se equivocó al restarle importancia a la fuerza de los delfines, pues resulta que son hasta diez veces más poderosos que los campeones olímpicos de natación.
En el trabajo se empleó la técnica denominada ‘velocimetría’, la cual permite visitualizar los remolinos que se forman en el agua mientras los delfines nadan entre una cortina de minúsculas burbujas.
Gracias a ellos se pudo calcular la fuerza con la que se desplazan estos animales y los resultados revelaron que los delfines desarrollan una potencia de 549 watios a velocidad normal, lo que equivale a 1,4 veces lo que puede alcanzar un ciclista al máximo de sus posibilidades.
Aunque esta cifra se llegó a incrementar hasta los 5.400 watios tras grandes aceleraciones, lo que hace pensar que estos mamíferos son hasta 10 veces más fuertes que los mejores nadadores humanos.