El nombre de la peluca viene del latín pilus y su uso se remonta unos 5.000 años.
Ya la usaban en Egipto las sacerdotisas de Isis, y los medos y los persas se adornaban con pelucas.
La biblia cuenta que Michol, para librar a su esposo de los asbirros de Saúl, los burló fabricando un muñeco al que le colocó una peluca.