Actualmente es habitual encontrar a multitud de personas originarias del país vasco con nombres como Josu, Iker o Gorka.
Son nombres propios de esta Comunidad Autónoma, aunque su origen fue bastante artificial. Y es que, tal y como se explica en el blog ‘Desde mi roble‘, fue el político vizcaíno Sabino Arana el que decidió a principios del siglo XX adaptar los nombres cristianos existentes por entonces a la lengua euskera. Su razón es que la mayoría de los nombres tenían su origen en el latín, lo cual impedía que reflejaran la esencia de la cultura vasca.
Para ello acudió al Santoral e inventó sus equivalentes en el idioma vasco, con criterios de dudosa validez como añadir el sufijo -a para los nombres masculinos y el -e para los femeninos.
Así, surgieron nombres como Josu (Jesús), Koldo (Luis), Gorka (Jorge), Iker (masculino de Visitación), Gaizka (Salvador), Kepa (Pedro), Anne (Ana) o Jone (Juana).
Por ello, con el paso de los años muchos de ellos fueron haciéndose muy habituales; hasta el punto de que en el año 2000 el 40% de los nombres de los vascos tenían su origen en este método de Arana.
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