El día de la víspera, Cristiano Ronaldo volvió a demostrar que es el único y justo merecedor del Balón de Oro que hoy levantará en la Torre Eiffel de París, el 5º de su carrera, y lo hizo marcando un gol que le sirve para conquistar dos nuevos récords históricos en la Champions. Sin duda, la celebración estuvo a la altura de tan importante diana.
Cristiano recibió el balón un tanto escorado, pero se sacó un espléndido zapatazo que se coló por la escuadra de la portería del Borussia Dortmund. Cristiano necesitaba un gol así, un auténtico golazo, y sus compañeros lo sabían.
Todos los jugadores del Real Madrid se acercaron a felicitar al mejor jugador del mundo, y el portugués, tras celebrarlo con sus compañeros, se fue corriendo hasta el banquillo para dedicárselo expresamente a su amigo Marcelo, suplente debido a las numerosas bajas que tiene el conjunto blanco de cara al próximo partido de Liga. Un gesto, el del astro portugués, que demuestra no sólo generosidad, sino que piensa más en el bien del equipo que en el suyo propio.
Cristiano y Marcelo se fundieron en un abrazo, y después, el portugués, con una gran sonrisa y el puño en alto, dedicó un bonito gesto a su familia, que estaba en el palco del Santiago Bernabéu.
El Balón de Oro completó un partido redondo, se le vio más fresco y veloz que en los últimos encuentros, se fue a casa con el 100 % de los regates completados, como el primer jugador en la historia en marcar en los seis partidos de una fase de grupos, como el máximo goleador histórico de la fase de grupos, y ampliando su amplia ventaja como máximo goleador de la Champions respecto a Messi.