Este instrumento de decapitación recibió su nombre gracias a Joseph Ignace Guillotin, un médico francés y profesor de anatomía. Sin embargo, él no fue quien inventó este dispositivo, ya que se había utilizado un método similar anteriormente en otros países.
Guillotin se manifestó en múltiples ocasiones en contra de la pena de muerte y al ser miembro de la Asamblea Constituyente, en 1789 propuso tal máquina como una forma más humana de ejecución, en comparación con los métodos utilizados en el momento en Francia, como la horca, el descuartizamiento y la quema en la hoguera.
Fundamentos para su creación
La máquina para decapitar debía igualar los derechos para que todos tuvieran una ejecución más digna, ya que en esa época las penas de muerte variaban según las clases sociales.
Si una persona con “renombre” cometía algún acto que mereciera la pena de muerte, lo ejecutaban de forma rápida, mientras que el resto moriría en hogueras o ahorcados.
Los diputados estuvieron de acuerdo y empezaron a comentar sobre la necesidad de hacer un mecanismo que le quitaría la vida a cualquier criminal en un abrir y cerrar de ojos.
Es ahí donde entra Antoine Louis, un cirujano que probablemente comprendió el problema mejor que Guillotin.
Louis empezó a estudiar cuidadosamente los jeroglíficos antiguos, donde se demostraba que desde entonces, la gente había comenzado a cortarse la cabeza como castigo de muerte, con métodos lentos y dolorosos.
Entonces Antoine Louis encontró al inventor y mecánico alemán Tobias Schmidt, que fue quien diseñó la guillotina.
Por ello se desconoce con certeza cómo fue que el nombre se asoció a Guillotin, aunque se cree que fue por ser el primero en dar la idea.
Los familiares no estaban contentos de que esta máquina llevara su apellido y pidieron repetidamente que se le cambiara el nombre a dicho instrumento, pero sin lograr el resultado deseado terminaron cambiando su propio apellido.
