Seguramente has notado que cuando rozas las plantas de tus pies o acaricias tu abdomen, no sientes cosquillas. En cambio, si alguien te acaricia en las mismas áreas, posiblemente ‘estallarás’ de risa. Entonces ¿Por qué no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos? (Xanax)
Esta es una de las incógnitas que inquietó al mundo de la ciencia por mucho tiempo, por lo que varios científicos empezaron a buscar la explicación a este fenómeno natural de nuestro cuerpo. Afortunadamente, ciencia tiene una explicación para ello, y el principal responsable es nuestro cerebro.
La razón por la que no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos, está estrechamente ligada a la increíble capacidad de nuestro cerebro para hacer consciencia sobre los demás y sobre nosotros mismos. Así como a la capacidad de anticipación de los movimientos que van a ocurrir.
¿Qué ocurre en el cerebro para que no podamos hacernos cosquillas a nosotros mismos?
Nuestro cerebro tiene la capacidad de filtrar aquella información que resulte irrelevante o que no sea una amenaza para el organismo, de modo que solo activa las sensaciones cuando realmente sea necesario. Este fenómeno se conoce como ‘copia eferente’ y se refiere a la capacidad de predicción del cerebro para saber lo que pasará y se prepara para que esto no genere una sorpresa.
Básicamente, el cerebro envía en paralelo dos señales, una para indicar el movimiento del brazo y de la mano hacia la zona donde pensamos hacernos cosquillas; y otra que la sensación de roce para predecir que se producirá un contacto y se prepara para recibirlo.
Por lo tanto, se puede decir que las cosquillas se generan como una respuesta ante un evento inesperado, y como nosotros mismos advertimos al cerebro que nos haremos cosquillas, se elimina el factor sorpresa.
Esto se puede comparar a la sensación que nos produce un evento inesperado, como una fiesta sorpresa, o el final poco predecible de una película, que son situaciones que pueden llegar a ser muy impactantes. Pero si alguien te advierte que al llegar a tu casa habrá una fiesta o te cuentan el final de la película, la reacción no será tan impresionante.
Es decir, que SIN sorpresa NO hay cosquillas.
¿Hay alguna manera de hacernos cosquillas a nosotros mismos?
Gracias a los múltiples intentos fallidos de varios estudios que permitieron evidenciar que no era posible hacerse cosquillas a sí mismo, Sarah-Jayne Blakemore, codirectora del Programa de Doctorado en Neurociencia en el University College de Londres junto a otros investigadores, diseñaron una ‘Máquina para hacerse cosquillas’.
Dicho prototipo permitía lanzar pequeñas cantidades de espuma hacia la palma de la mano del usuario, por medio de la activación de un bastón. Para que el experimento funcionara, programaron la capacidad de reacción de la máquina, para que la espuma saliera de inmediato en algunas ocasiones, mientras que en otras se demoraba 200 milisegundos.
Esto ayudó a engañar sutilmente al cerebro, pues la acción que se producía no era tan predecible. Como resultado, entre mayor fuera el retraso, más cosquilleo sentían los participantes del estudio.