El himno fue creado por Joseph Rouget de Lisle para el batallón «Enfants de la patrie» de Estrasburgo.
La Marsellesa nació en tiempos de guerra y revolución. Con motivo de la guerra que Francia había declarado a Austria, el 25 de abril 1792 el alcalde de Estrasburgo, Philippe-Frédéric de Dietrich, organizó en su domicilio una cena a la que acudieron las personalidades más importantes de la región, así como oficiales del ejército galo destinados en aquella zona. Al día siguiente y sin apenas haber dormido, Joseph Rouget de Lisle, volvió a casa del alcalde con la partitura bajo el brazo.
Algunos, como Vichy o Napoleón, intentaron cambiarla, quizá debido a su belicosidad: «¡Vienen hasta vosotros a degollar a vuestros hijos y vuestras esposas! ¡A las armas, ciudadanos! ¡Formad vuestros batallones! ¡Marchemos, marchemos! ¡Que una sangre impura inunde nuestros surcos!». A pesar de esos intentos por sustituirla, ninguno cuajo. La Marsellesa ya estaba demasiado arraigada entre los ciudadanos franceses.
Después llegaron tiempos en los que La Marsellesa era prohibida de forma intermitente. Con la Restauración de los Borbones en el trono de Francia tras la caída de Napoleón, a los franceses no les estuvo permitido entonarlo.
Aunque con la Revolución de 1830 volvió a resonar por las calles de Francia. Hubo que esperar hasta 1958 para que fuese reconocida como himno del país galo.
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