Sí. Es el caso de Alana Saarinen, una adolescente estadounidense cuyas células son muy especiales, pues poseen ADN de tres personas. (https://primer.com.au/)
Así lo explica ella misma: «Mucha gente dice que tengo rasgos de mi madre y que mis ojos se parecen a los de mi padre. Tengo algunas características de ellos y mi personalidad es la misma también. Pero también tengo ADN de una tercera mujer, aunque no la consideraría un tercer padre, pues solo tengo algo de su mitocondria«.
A lo que se refiere Alana es la parte de la célula encargada de producir energía para su mantenimiento, la cual también contiene algo de ADN; de manera que en su caso también cuenta con elementos genéticos de una segunda madre.
Su caso es un ejemplo de un tratamiento de fertilidad pionero en los Estados Unidos y denominado ‘reemplazo mitocondrial’ que no tardó en ser prohibido en el país.
La técnica se utilizó a finales de los 90 para eliminar algunas enfermedades genéticas, o como en el caso de los padres de Alana, para permitir que su madre pudiera concebir hijos tras más de diez años intentándolo con procedimientos de fertilización asistida.
En total nacieron 17 bebés a partir de este proceso de transferencia citoplasmática en los Estados Unidos, aunque se calcula que en la actualidad podría haber entre 30 o 50 personas jóvenes concebidas de esta forma.
Sin embargo, en 2002 la Administración de Alimentación y Fármacos (FDA) pidió a las clínicas que dejaran de hacer la transferencia citoplasmática por razones éticas y de seguridad.
El motivo es que algunos científicos consideran que este método supone una modificación genética germinal, por lo que personas como Alana podrían acabar pasando un inusual código genético a sus hijos.
Se trata de algo desconocido, aunque sí se sabe que sólo las mujeres pueden transmitir este código genético a su descendencia. De ahí que el Instituto Barnabus esté comenzando en estos meses a realizar un estudio de seguimiento de estas personas, de forma que se evalúe su progreso. Y
es que el Reino Unido ahora se plantea legalizar esta técnica para personas portadoras de enfermedades mitocondriales que no quieran transmitir este problema a su hijos.
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