Actualmente en el mundo hay cerca de 7.000 millones de personas, pero ninguna es idéntica a la otra. (Ambien)
Ni siquiera los gemelos, quienes pueden presentar sutiles diferencias entre sí.
Según un estudio publicado a finales de octubre por la revista ‘Science’ y elaborado por la Universidad de Berkeley (EE.UU) existen ciertos de regiones de ADN que actúan como potenciadores para aumentar o disminuir la expresión de los genes destinados a marcar el desarrollo del cráneo y la cara de las personas.
Así, al actuar a distancia los mismos crean que sutiles variaciones que hacen que cada cara sea única.
La labor de estos potenciadores es modular la expresión génica, pero sin provocar alteraciones potentes.
Se heredan de padres a hijos igual que los genes, aunque por ahora se desconoce su ubicación exacta en el genoma humano.
Por ello este trabajo permitirá empezar a conocer mejor los mecanismos implicados en la variación del rostro humano y, de paso, facilitará explicar por qué hay personas que pueden tener un gran parecido en su rostro a pesar de no tener vínculos familiares.
Y es que el azar también juega en estos casos, pues dos personas sin parentesco pueden tener vinculaciones similares de sus genes. Son los llamados ‘sosias’, o ‘dobles’
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