Sí, aunque más que a Harry Potter nos referimos al actor que lo encarnó en el cine, Daniel Radcliffe.
El actor padece desde niño una enfermedad neurológica llamada dispraxia, la cual genera errores en el movimiento y la coordinación.
Por ello, se trata de un problema conocido como «enfermedad del niño torpe«.
La misma provoca que no pueda atarse los cordones de los zapatos o que no sea capaz de realizar movimientos complejos que exijan una gran coordinación.
De hecho, el británico ha señalado que decidió probar suerte con la interpretación para superar los problemas que tenía en el colegio por esta enfermedad.
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