Que a día de hoy el cerebro sigue siendo el órgano más desconocido para la Ciencia se demuestra en casos como el de Jake Gladstone.
Este niño británico nació en 2009 y cuando tenía solo 6 meses comprobaron que tenía problemas para usar su brazo derecho, por lo que le realizaron unas pruebas que desvelaron que padecía encefalomalacia quística.
Esta enfermedad implica que una amplia porción del cerebro no se desarrolle, en este caso quizás por una falta de oxígeno cuando estaba en el vientre materno.
Los doctores pronosticaron que por este problema no podría andar ni hablar, pero el niño tiene actualmente cuatro años y es capaz de hacer todo ello con normalidad.
Lo que, sin embargo, no evita que tenga que recibir ayuda para algunas tareas básicas como vestirse o comer, además de padecer otras secuelas como pequeños ataques epilépticos.
Problemas que no impiden que sus padres sean muy felices viendo cómo Jake crece cada día como un niño prácticamente normal.
Y es que los médicos están sorprendidos por sus progresos, ya que afirman que normalmente es una enfermedad devastadora.
Pero, como señala el pediatra Gail Herman, parece que en este caso su lado del cerebro sano ha aprendido a sustituir las funciones de la zona que tiene dañada e incapacitada.
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