Pregunta formulada por: Alfonso González Ferrando (Valladolid) En ocasiones la naturaleza nos deja casos en los que la cadena alimenticia (trófica) se revela contra el orden natural.
Bien es sabido que las serpientes acostumbran a comerse a sus presas vivas y de una sola pieza, sin ni siquiera masticar.
Sin embargo, el hecho de tragarse algo que sigue vivo puede constituir un problema en algunos casos, tal y como ha quedado patente en un hallazgo realizado por científicos serbios en la isla Golem Gram, situada en el lago Prespa (Macedonia).
Allí se toparon con una víbora cornuda hembra a la que su ambición culinaria le acabó saliendo caro.
Al parecer, el reptil intentó tragarse una escolopendra, un tipo de ciempiés, que resultó ser más voluminosa que ella.
Mientras la víbora medía 20,3 centímetros de longitud y 0,9 de ancho, el insecto medía 15,4 centímetros de largo y 1,01 centímetros de ancho.
Además, el ciempiés pesaba algo más que su atacante, 4,8 gramos por 4,2 del ofidio.
El resultado fue que la escolopendra acabó ingeniándoselas para moverse a mordiscos dentro de la víbora para acabar sacando su cabeza por la cola de la misma.
Tras analizar los restos de la serpiente descubrieron que el animal no tenía órganos viscerales, lo que hace pensar que el ciempés logró matar a su verdugo desde dentro, convirtiéndose así en un indigesto y mortal bocado.
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