Uno de los grandes atractivos turísticos de Italia es el campanario de la catedral de Pisa, la cual se ha hecho popular en todo el mundo por su curiosa inclinación.
El motivo para que le ocurra este fenómeno radica en que empezó a ser edificada en agosto de 1173 sobre unos cimientos que tenían únicamente 3 metros de profundidad, por lo que su suelo fue cediendo poco a poco desde el primer día.
Sin embargo, esto no impidió que su construcción siguiera a lo largo de 197 años, de manera que en este tiempo los arquitectos intentaron distintas soluciones que solo empeoraron algo más su inclinación.
De hecho, en 1934 el dictador Benito Mussolini intentó verter cemento en su base, pero lo único que logró es que la Torre se hundiera otros 30 centímetros.
Por ello, fue cerrada al público en el año 1990 para que varios especialistas intentaran estabilizarla sin que perdiera su característica inclinación.
Tras varios experimentos infructuosos, en 1999 la Torre fue estabilizada tras la retirada de parte del subsuelo en su parte norte, lo cual permitió recuperar la posición que tenía en el año 1838.
Así, en el verano de 2001 se volvió a abrir al público y hoy en día sigue siendo uno de los grandes símbolos del país transalpino gracias a su inclinación en un ángulo de 3,9º.
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