Ya tiene 40 años cumplidos, pero el atleta etíope Haile Gebrselassie se mantiene en la cresta de la ola del atletismo internacional. A lo largo de más de dos décadas de trayectoria este hombre ha acumulado cerca de 45 medallas en campeonatos internacionales, la mayoría en pruebas de fondo e incluso algunas en la prueba de 3.000 obstáculos.
Y es que, correr es su vida, tal y como demuestra su humilde historia. Como muchos otros niños africanos, el pequeño Haile tuvo que correr durante su infancia más de 19 kilómetros diarios para acudir puntualmente a su cita con la escuela. Todo ello sin una mochila que echarse a la espalda, por lo que lo tenía que hacer con varios libros debajo del brazo.
Por ello, luego ya de adulto, conservó un característico ‘tic’: el brazo izquierdo ligeramente curvado, recuerdo de todo el peso que tenía que cargar. Por no mencionar su correr de puntillas, estilo heredado de sus carreras de juventud para evitar las piedras del camino. Una forma de correr poco ortodoxa pero muy efectiva, a juzgar por la multitud de logros cosechados durante su vida.
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