El norteamericano Michael Phelps se ha ganado por méritos propios ser el mejor deportista olímpico de todos los tiempos. Un total de 22 medallas olímpicas en natación le avalan, 18 de ellas de oro. Sin embargo, este joven de Baltimore no siempre se movió como ‘pez’ en el agua. Y es que durante su infancia le tuvo miedo al líquido elemento, un problema que decidió superar motivado por la difícil situación personal que atravesaba su familia por aquella época.
A principios de los 90 sus padres Fred y Debbie pasaban por una crisis en su matrimonio, por lo que las permanentes discusiones de los dos hicieron que el pequeño Michael decidiera lanzarse a la piscina como forma de distracción y tratamiento para su déficit de atención por desorden hiperactivo. Además, el ejemplo de sus dos hermanas (Hillary y Whitney) como nadadoras juveniles hizo que Phelps tomara la decisión de competir. Y el tiempo acabó dándole la razón, pues unos años después se convirtió en el mejor nadador de la historia.
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