Nacemos con más huesos que con los que morimos. No hay un número exacto al nacer, pero sí al fallecer.
Cuando nace, el cuerpo de un bebé contiene aproximadamente 300 huesos. Con el tiempo, acaban uniéndose para formar el esqueleto de 206 huesos de una persona adulta. Los recién nacidos nacen con algunos huesos separados para facilitar su salida por el canal del parto.
Los adultos tenemos un total de 206 huesos y 230 articulaciones.
El cráneo, el sacro, y los huesos de la cadera son algunos de los que se fusionan a medida que el o la bebé crece.
Hasta los 25 años. Después de que esto suceda, no podrá haber más crecimiento: los huesos habrán alcanzado su tamaño máximo. Todos esos huesos conformarán un esqueleto que será tan fuerte como ligero. (sballergy)
La superficie externa del hueso se denomina periostio. Es una membrana densa y fina que contiene nervios y sangre que nutren el hueso.
La siguiente capa está formada por hueso compacto. Esta parte es lisa y muy dura. Es la parte que ves al observar un esqueleto.
Dentro del hueso compacto hay muchas capas de hueso esponjoso, que, como indica su nombre, se parece bastante a una esponja. El hueso esponjoso no es tan duro como el compacto, pero sigue siendo muy fuerte.
En muchos huesos, la parte esponjosa protege la parte más interna del hueso, la médula ósea. La médula ósea es una especie de espesa gelatina y su función consiste en producir células sanguíneas.
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