Buscar algo en Google es algo habitual.
Vamos a google.com, tecleamos lo que queremos buscar, pulsamos Intro y listo, el buscador arroja todos los resultados. Es una tarea sencilla y es, de hecho, en la que se basa el modelo de negocio de Google.
Cuando buscas un término, aparecen una ristra de enlaces en los que debes buscar cuál te interesa, y tú, con tu clic, le dices a Google cuál es el resultado más importante. En función de eso, y de otros cientos de factores, Google localiza los enlaces en una posición u otra en el buscador.
El primer enlace que aparece en los resultados de Google al buscar un término suele conseguir el 50% de los clics de las personas que buscan dicho término, por lo que es susceptible pensar que cualquier persona que busque una cosa quiere llegar a dicho enlace.
El botón “Voy a tener suerte” hace precisamente esto, ahorrarte el paso de tener que elegir qué enlace quieres pulsar en los resultados de búsqueda y llevarte, directamente, al que aparece primero en la lista.
Esto es interesante para el usuario, que llega a la publicación que más personas consideran más útil sin tener que buscarlo por sí mismo, pero no lo es tanto para Google. La Gran G gana dinero con la publicidad, y una buena parte de este viene de los anuncios en los resultados de búsqueda.
Si buscas un término, los resultados superiores suelen ser enlaces patrocinados por los que una empresa ha pagado –puedes ver que pone “Anuncio” al lado–. Esto es lo que se llama SEM (Search Engine Marketing o Marketing de Motores de Búsqueda).
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