Pregunta formulada por: Lola Cortázar Merino (Valencia) En los últimos años se ha popularizado la afirmación de que el ruido que emiten los patos increíblemente no provoca eco.
Sin embargo, la ciencia se ha encargado de desmentir esta afirmación y explicarla de forma lógica.
En 2003 el especialista Trevor Cox del Centro de Investigación Acústica de la Universidad de Salford (Reino Unido) intentó comprobar de primera mano si los granidos que emiten los patos producen eco como cualquier otro sonido o ‘mágicamente’ lograban burlar las leyes de la física.
Tras experimentar con un pato en una sala que multiplicaba el eco y lo convertía en perfectamente audible, Cox comprobó que los patos sí logran generar eco, si bien logró capturar este sonido algo distorsionado.
Además, se dio cuenta de que el eco no era tan evidente en el caso de estos graznidos, por lo que procedió a analizar el espectro sonoro de estos ruidos.
Y tras hacerlo pudo averiguar que el problema radica en que el eco que producen los patos es muy difícil de percibir por el oído humano, ya que es un sonido largo y no muy fuerte.
Así, aunque cueste escucharlo, realmente está ahí siempre que un pato lo provoca.
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