Actualmente la circulación por cualquier carretera no podría entenderse sin la ayuda de las luces de intermitente y las de freno.
Estas son un magnífico elemento para avisar a otros conductores de nuestras intenciones, de forma que se evitan multitud de accidentes de forma rápida y sencilla.
Su inventora fue la canadiense Florence Lawrence, una mujer nacida en 1886. Era hija de una actriz de teatro, por lo que ella también intentó probar suerte en el mundo de la interpretación. (Ambien)
Tras mudarse a Nueva York (EE.UU) inició su carrera en el cine en 1907, llegando a ser considerada la primera estrella femenina del celuloide.
Sin embargo, diversos problemas personales y un incendio fortuito en un rodaje en el que resultó herida provocaron que iniciara su declive artístico. Además, el fallecimiento de su madre hizo que ella encargara una costosa tumba para ella, por lo que tuvo serios problemas económicos durante su vejez.
Aunque antes de que esto ocurriera, Lawrence pudo disfrutar de su gran pasión, los automóviles. Gracias a su gusto por ellos tuvo varias ideas interesantes para facilitar la conducción, destacando especialmente las luces de freno y los intermitentes.
Según su invento, los parachoques traseros tenían unos pequeños brazos que se desplegaban al pulsar un botón según la dirección que iba a tomar el coche. Mientras tanto, en el caso de las luces de freno la señal se limitaba a un cartel de ‘stop’ que aparecía en la parte trasera del coche al apretar el consiguiente botón.
Dos inventos que hoy en día hay que agradecerle, aunque tristemente Lawrence no decidió patentarlos. En consecuencia, tanto ella como su familia no pudieron reclamar posteriormente ingresos económicos por su estandarización en la producción de automóviles.
