¿Qué famoso escritor elaboraba cartas de alto contenido erótico?

El irlandés James Joyce (1882-1941) ha pasado a la historia de la literatura por ser el creador de grandes obras como ‘Ulises’ (1922) o ‘Finnegans Wake’ (1939).

Sin embargo, su vida personal también ha derramado mucha tinta, pues este hombre dejó patente su incontenible lujuria a lo largo de un buen número de cartas que escribió a Nora Barnacle, su mujer y musa. Ambos se conocieron en 1904 y permanecieron juntos hasta la muerte del escritor, en 1941. 

En uno de sus primeros escritos, el literato le comenta a la joven:

3 de agosto de 1904

«Querida Nora, ¿estarás “libre” esta noche a las ocho y media? Espero que así sea, porque he tenido tantas preocupaciones que necesito olvidarlo todo en tus brazos. Así que ven si puedes. En virtud de los apostólicos poderes investidos en mí por su Santidad el Papa Pío Décimo, por la presente te doy permiso para venir sin faldas para recibir la Bendición Papal que estaré encantado de proporcionarte. Tuyo en el Judío Agonizante».

Era un contenido explícitamente sexual que con el paso de los años incluso se fue acrecentando y subiendo de tono, pues cinco años después Joyce la escribía otra carta en la que decía:

8 de diciembre de 1909

«Dices que a la vuelta me vas a chupar y quieres que lama tu sexo, pequeña pícara depravada. Espero que alguna vez me sorprendas durmiendo vestido, me asaltes con un destello de puta en tus soñolientos ojos, me desabroches con suavidad, botón por botón en el vuelo de mi trusa, y saques gentilmente la gruesa fusta de tu amante, la escondas en tu boca húmeda y la mames hasta que dura y erectísima acabe en tu boca. Algunas veces también te sorprenderé dormida, levantaré tu camisón y abriré suavemente tus bombachas calientes; suavemente me recostaré y comenzaré a lamer con placidez alrededor de tu sexo. Te agitarás incómoda, entonces lameré los labios del sexo de mi querida».

De hecho, el escritor dejó patente una semana después que a Nora no le debieron gustar estos términos, pues posteriormente escribía:

15 de diciembre de 1909

«Ahora estoy seguro que mi niña se ha ofendido con mis sucias palabras. ¿Estás ofendida, duenda, por lo que dije de tus bragas? Eran puros sin sentido, querida. Sé que son tan inmaculados como tu corazón. Estoy seguro que puedo lamerlos completamente: olanes, piernas y trasero. Sólo que en mi puerca manera de pensar me gusta imaginar que están sucios en cierta parte. Todo esto no tiene sentido tampoco, querida, eso de la sodomía contigo. (ambien price in pharmacy) Es solamente el gusto que le descubro al sonido de la palabra, en la idea de una tímida muchacha, bella como Nora, quitándose la ropa de espaldas, y revelando sus dulces calzoncitos blancos de muchacha para excitar al descarado camarada del que ella está orgullosa; y entonces lo deja clavarle su obsceno pito gordo a través de la abertura de sus bragas y para adentro, adentro, adentro, en el querido agujerito, entre las frescas y regordetas nalgas».

Y es que el propio Joyce llegaría a admitir en un ocasión que estaba «todo el día excitado -le decía-. El amor es un maldito fastidio, sobre todo cuando también está unido a la lujuria”

Síguenos en las redes

Te puede gustar...

Suscríbete a nuestra newsletter