¿Puede un jugador de la NBA cobrar 22 millones de dólares sin tener equipo?

Sí. El peculiar sistema de contratos vigente en la NBA provoca que actualmente haya jugadores que se encuentran en el mercado como ‘agentes libres’ tras haber sido ‘cortados’ por su equipo, pero al mismo tiempo siguen cobrando el dinero estipulado en su último contrato. Así, en la última temporada el base Gilbert Arenas ha cobrado 22.346.536 millones de dólares (unos 16,1 millones de euros) tras haber sido amnistiado por la franquicia de los Orlando Magic, mientras que el alero Brandon Roy ha percibido 17.779.458 millones de dólares (12,88 millones de euros) de los Portland Trail Blazers a pesar de no anotar ni una sola canasta para el conjunto de Oregón.

Gilbert Arenas


En el caso de Arenas el jugador firmó en 2008 una renovación con la franquicia de Washington valorada en 111 millones de dólares (80,3 millones de euros) por 6 años, por lo que el mismo finaliza este mismo verano. Un par de años después fichó por Orlando Magic, conjunto que se hizo cargo de su contrato. El problema de estos acuerdos es que obligan a sus clubes a pagarlos incluso si el jugador no pertenece a la plantilla. Gracias a la normativa del ‘amnesty provision’ los equipos pueden despedir unilateralmente a un jugador en verano y su ficha no se incluirá dentro de la nómina de su plantilla que se usa para calcular su límite salarial, pero al mismo tiempo tienen que abonar todo el contrato que estipula el acuerdo firmado por ambas partes.

Se trata de una obligación que se puede compartir con los siguientes equipos que contratan al jugador. En el caso de Arenas, el norteamericano también vistió más tarde la camiseta de los Memphis Grizzlies en 17 partidos, por lo que este equipo aportó una pequeña parte del salario que le quedaba por cobrar al base. Actualmente Arenas juega en la liga china para los Shangai Sharks, lo que por tanto no ha impedido que siga cobrando del contrato firmado en su momento con Washington y del que se ha seguido haciendo cargo Orlando Magic. Así, Arenas ha acabado siendo el protagonista involuntario de una de las peores operaciones económicas de la historia de la NBA, ya que es el tercer jugador que más cobra del campeonato sin ni siquiera haber jugado un partido este año.

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