La pregunta de si existe o no el suicidio en el mundo animal no tiene una respuesta clara, aunque existen algunos casos que podrían demostrar que sí existe.
La RAE define suicidio como una acción voluntaria. Si nos atenemos a esta definición, no existe el suicidio en el mundo animal, pues los animales que buscan su propia muerte lo hacen por instinto y de forma involuntaria. Sin embargo, algunos científicos afirman que sí existe, y otros defienden la causa del mimetismo (imitación del comportamiento de otros individuos de la especie hasta llegar a la muerte). Aunque existen otros ejemplos que tienen desconcertados a los biólogos, a continuación os mostramos cuatro de los casos más conocidos sobre lo que podría denominarse como ‘suicidio animal’.
#1 – Las abejas
Uno de los ejemplos más conocidos es el de las abejas, pues saben que si clavan su aguijón morirán, pero aun así lo hacen porque están en situaciones de estrés y de peligro.
En el caso de encontrarse en una colmena, lo hacen para defender a la familia del peligro.
#2 – Mantis religiosa
Es conocido el comportamiento caníbal de las hembras de esta especie cuando copulan, pues tras realizar el acto de apareamiento devoran al macho sin miramientos.
Lo curioso del caso es que los machos saben que después de intentar dejar su semilla en el interior de la hembra les espera ese final.
De hecho, muchos intentan salvarse de este violento final envolviendo con hilos de seda a la hembra o simplemente aprovechando un instante de distracción.
El saber que después de la cópula serán engullidos y en consecuencia morirán no les frena a la hora de querer perpetuar sus genes.
#3 – Tarsero filipino
Este pequeño animalito ha sido muy estudiado desde que se empezó a tratar en cautividad.
En estos casos de cautiverio el tarsero filipino es sometido a un estrés tan fuerte que en numerosas ocasiones terminan por golpearse la cabeza o sumergiéndola en agua hasta ‘suicidarse’.
#4 – Hormiga Carpintera
La hormiga carpintera es una especie de lo más singular que cuando se siente acorralada y en serio peligro espera a que su enemigo se acerque y entones explota.
Contrayendo con fuerza todos sus músculos, la hormiga carpintera consigue detonar dos órganos venenosos y esparciendo el veneno en todas direcciones junto a otros órganos.
Esta acción se conoce como Autothysis.