Durante el siglo XVIII las tropas inglesas se expandían por África en busca de esclavos y de recursos naturales.
Al llegar al trópico los británicos se vieron atacados por un enemigo inesperado, la malaria. Para combatir la picadura mortal de este insecto llevaron al continente africano grandes cantidades de gin-tonic, que contenía altas dosis de “quinina”, un compuesto químico muy eficaz contra la malaria.
La ginebra de aquel entonces era muy diferente a la que conocemos hoy en día. Más medicinal y menos alcohólica, poseía un sabor más amargo y la cantidad de quinina contenida también era mayor.